Cada día tenemos más normalizado el uso de este tipo de códigos que no son más que la evolución al código de barras tradicional. No obstante, debemos tener cuidado con ellos porque muchas veces lo escaneamos por la propia inercia y no reparamos en la peligrosidad que pueden suponer.
Los códigos Quick Response o, códigos de respuesta rápida en español, son una combinación de píxeles en una cuadrícula cuadrada, capaces de almacenar información que podrá ser leída por un dispositivo electrónico que cuente con cámara e internet.
La pandemia ha sido uno de los grandes aceleradores del uso de estos códigos y es que restaurantes, bares y hoteles, entre otros negocios, tuvieron que pasar sus cartas tradicionales a cartas virtuales que podían ser leídas mediante el código QR.
Sin dudarlo, estos códigos nos han simplificado mucho algunas acciones como añadir a un amigo en una red social, conectarse a una red WIFI, entrar a páginas web o, incluso, descargar aplicaciones.
El hecho de que los hayamos incorporado tan fácilmente a nuestra vida, ha hecho también que bajemos la guardia y escaneemos todos los códigos que tenemos delante.
Esta herramienta se ha convertido en una manera fácil y rápida para robar información y cometer delitos cibernéticos. Y es que, con solo escanear el código, el hacker puede obtener toda tu información o incluso suplantar tu identidad.
Lo más importante es no dejarse llevar por la tentación de escanear un código por el simple hecho de verlo. Hay que fijarse bien en cuál es la fuente que nos proporciona el código QR, así como replantearse si realmente es necesario escanearlo o no. Quizás podemos acceder o hacer esa misma acción que nos proporciona el código empleando otros medios como por ejemplo, escribir la URL en el buscador.
Como siempre, la precaución es la clave. No se trata de no usar nunca más estos códigos pero, sí tener cuidado a la hora de usarlos.
¿Usas este tipo de códigos? Cuéntanos.